Durante mis años de formación en la universidad se nos brindó la preparación académica en los tres niveles de atención en salud. Sin embargo el exhaustivo plan de estudios nos orientó hacia el primer nivel de atención.
Utopía para muchos los cuáles considera la promoción de la salud como un hecho muy lejano, siendo la promoción y prevención del segundo nivel, más real para nuestros interéses.
Cabe citar que el tercer nivel el hospitalario pareciera no tener la sofisticación de años anteriores, dado las largas listas de espera, hacinamiento de los servicios y las escasa contratación de personal, que continua siendo la piedra en el zapato de muchos servicios.
Desde la reforma del sistema de salud en la década de los noventas, aún se escucha que si este cambio mantiene a la atención integral como debería de ser.
Los planes de estudio aún mantienen en muchas universidades el viejo esquema empírico, sin volcarse al paradigma holístico y tan solo un grupo busca el paradigma de la transformación en el quehacer de esta disciplina.
El verdadero sentido del fortalecimiento por lo tanto no debe de esperarse a una política, sino por el contrario a un cambio de mentalidad en el día a día, mediante el grado de especialización en nuestros formados(as).
